La Menopausia .-1
La menopausia es una etapa vital de la mujer que podemos experimentar durante muchos años. Desentendámonos del mal consejo "que exagerada, ya pasará" y centrémonos en cómo mejorar nuestra calidad de vida para que podamos vivirla plenamente.
Lo primero que tenemos que hacer, es abandonar todos los prejuicios que nos atan al entendimiento de la menopausia como algo de que les pasa a las "abuelas". Ocurre en una etapa álgida de la mujer, en la que normalmente hemos alcanzado la madurez en muchos aspectos de nuestra vida, incluido el sexual. Nos merecemos vivirla plenamente, aunque los síntomas por la falta de hormonas se empeñen en todo lo contrario.
Lo que pretendemos con este artículo es empoderar a las mujeres a través de la información basada en la evidencia para que puedan elegir con libertad lo que creen que puede ser mejor para vivir esta etapa ¡YA! Como se merecen.
Y sobre todo, para que aprendan qué síntomas de los que presentan se deben a la menopausia, ya que muchos se infravaloran por achacarlos a la edad o se tratan como algo externo a la menopausia, sin prestar atención al verdadero origen del síntoma, lo que conlleva muchas veces al uso de tratamientos erróneos.
Entender qué nos pasa en 12 preguntas
¿Qué es la menopausia?
Es el cese total de la menstruación pasados 12 meses desde la última regla. Suele ocurrir entre los 40 y 50 años y representa el fin de la vida reproductiva puesto que dejamos de tener óvulos y éstos dejan de liberar hormonas, entre las que destacan los estrógenos. Esta disminución de la carga estrogénica es la que está detrás de la mayor parte de los síntomas que sentimos en la menopausia.
¿Cuándo empiezan los síntomas?
Normalmente aparecen 3-5 años antes de este año sin menstruación, en la perimenopausia. Las mujeres suelen ver cambios en su ciclo sexual como sangrados más abundantes, pero también alteraciones del sueño y las emociones, sofocos... Cada mujer es diferente, por lo que habrá mujeres que no presenten síntomas y otras que sí los presenten pero continúen teniendo ciclos como los han tenido siempre.
¿Qué son los sofocos y por qué ocurren?
Lo padecen casi el 80% de las mujeres con menopausia y se describen como una sensación de calor que sale del centro del pecho y que asciende hacia arriba, enrojeciendo la cara y que puede estar acompañada o no de sudoración. A veces se de la sensación de que el corazón se acelera y que tenemos como un vacío en el estómago.
Los estrógenos tienen receptores en todo nuestro organismo, incluido nuestro cerebro. A nivel cerebral los estrógenos se encargan de aumentar los niveles de serotonina, la conocida hormona de la felicidad. La disminución de los niveles de serotonina junto con el aumento de sus receptores a nivel hipotalámico, se ha relacionado con el estrechamiento de los límites a partir de los cuales nuestro cuerpo responde a cambios en la temperatura. De forma que tenemos una percepción excesiva del calor y del frío y producimos reacciones inapropiadas para intentar regular nuestra temperatura corporal.
La disminución de estrógenos también se ha asociado con una aumento de los niveles de adrenalina y noradrenalina, sustancias químicas que liberamos cuando estamos ante una situación de peligro o estrés y que participan en procesos inflamatorios. Este ambiente químico de estrés crónico e inflamación también se asocia con los sofocos.
Además, la serotonina es la principal precursora de la melatonina, la hormona que regula nuestros ciclos de sueño, por lo que la falta de serotonina muchas veces va ligada a la falta de descanso adecuado, lo que empeora aún más el cuadro de sofocos.
¿Qué le pasa a mi vagina?
La calidad de las paredes de nuestra vagina depende también de los estrogénos. Con la disminución de los estrógenos se produce un adelgazamiento de las paredes y disminuye la cantidad de moco que producimos. Esto puede producir síntomas como picazón, dolor durante las relaciones sexuales, incontinencia urinaria y mayor riesgo de infección.
¿He envejecido de golpe?
Puede dar esa impresión, ya que la falta de estrógenos hace que la piel se vuelva más seca y descamativa, perdiendo su elasticidad. Los estrógenos dan a la piel una textura blanda y tersa y además aumentan la vascularización y con ello el aporte de nutrientes.Lo mismo ocurre con nuestras uñas y cabello, que se tornan menos densas y más frágiles.
¿Qué pasa con mi barriga?
Con la bajada de estrógenos se produce un cambio en el lugar donde depositamos la grasa. Dejamos de almacenarla debajo de nuestra piel y empezamos a acumularla en la parte central de nuestro cuerpo, formando el temible "flotador". Además disminuye nuestro gasto calórico, lo que nos hace más susceptibles a engordar y la cosa no acaba ahí... el principal afectado de todo esto es nuestro músculo, que acaba atrofiándose poco a poco.
¿Tendré osteoporosis y dolor irremediablemente?
Nuestros huesos no son tejidos estáticos, necesitan remodelarse continuamente para estar sanos. El remodelado óseo corre a cargo de los osteoclastos, que eliminan el hueso antiguo, y lo osteoblastos, que sintetizan tejido nuevo.
Los estrógenos se encargan de que haya un correcto equilibrio entre estas dos células y además participan en la síntesis del colágeno, la principal proteína del tejido conectivo, que nos da sostén y firmeza y que actúa de andamiaje para que puedan depositarse los minerales en el hueso. La disminución de los estrógenos produce un aumento de la resorción ósea y una disminución del colágeno, comprometiendo la calidad del hueso, lo que hace a las mujeres con menopausia más propensas a desarrollar patologías como la osteoporosis y la artrosis.
¿Tengo ahora más riesgo de sufrir un infarto?
Los estrógenos tienen un efecto protector frente a los problemas cardiovasculares. Aumentan por ejemplo, los niveles de óxido nítrico (NO) en el endotelio vascular, lo que permite que éste pueda dilatarse evitando el colapso arterial y procesos isquémicos. La falta de NO genera rigidez arterial que puede acabar produciendo el desarrollo de procesos arterioescleróticos y que se vea comprometida la función de otros órganos y tejidos por falta de una correcta irrigación.
¿Y los despistes, los olvidos, la confusión...?
Los estrógenos en el cerebro femenino cumplen una importante función de regulación metabólica permitiendo la entrada de glucosa por la barrera hematoencefálica (BHE) y regulando la función de las mitocondrias, nuestras fábricas de producción de energía.
Necesitamos azúcar y energía para poder ejecutar nuestras funciones cognitivas; aprender, memorizar, concentrarnos... son procesos que requieren un alto gasto energético.
Con la reducción de estrógenos las mujeres empiezan a disminuir su consumo de glucosa produciendo una "crisis bioenergética" que pone en declive nuestras capacidades cognitivas. Además, nuestro cerebro es el órgano más codicioso energéticamente, nunca se va a quedar sin energía y va a buscar alternativas estratégicas para obtenerla, cueste lo que cueste.
Empieza a utilizar la grasa que se encuentra en las vainas de mielina que recubren y protegen nuestras neuronas produciéndose una especie de autocanibalismo que aumenta el riesgo de padecer neurodegeneración y demencia.
Es importante no tener la noción mental de que la menopausia causa Alzheimer. Se ha demostrado que aquellas mujeres que han tenido una vida saludable, que practican ejercicio y que han cuidado su metabolismo (son flexibles metabólicamente) son menos susceptibles a estos procesos que acaban produciendo la muerte de las neuronas y desarrollan menos síntomas a este nivel.
¿Es normal que me sienta triste y desmotivada?
¡Y tanto! Las mujeres en esta etapa pueden sentir tristeza, depresión, dificultad de concentración... por la bajada de serotonina relacionada con la bajada de estrógenos pero también por los propios síntomas en sí, que pueden producir alteraciones a este nivel. Entender esto es una herramienta poderosa a la hora de tratar los síntomas relacionados con la alteración del estado de ánimo y optar por aumentar potencial estrogénico de manera natural puede ser una buena estrategia.
¿Hay otros síntomas?
Lamentablemente sí... pérdida de la líbido, migraña, vello facial…