Cuando pensamos en cuidar nuestra salud cerebral, es habitual imaginar actividades como hacer sudokus, leer libros o aprender idiomas. Pero ¿sabías que los músculos tienen un papel crucial en el bienestar del cerebro? Aquí entra en juego el eje músculo-cerebro, una comunicación bidireccional que conecta ambos sistemas a través de diferentes mecanismos moleculares, celulares y fisiológicos.
El músculo: mucho más que fuerza
Los músculos esqueléticos no son sólo una fuente de fuerza y movilidad; también son auténticas glándulas endocrinas, es decir, de liberación de sustancias. Cuando hacemos ejercicio, aumenta el flujo sanguíneo, proporcionando más oxígeno y nutrientes en el cerebro. Esto favorece la formación de nuevas neuronas (neurogénesis) y la plasticidad sináptica, esenciales para la memoria y el aprendizaje. Además, los músculos liberan miocinas, unas proteínas que actúan como mensajeras por todo el cuerpo.
Algunas de estas miocinas, como el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), la irisina o la interleucina-6 (IL-6), tienen efectos directos sobre el cerebro, ya que promueven la regeneración neuronal, mejoran la plasticidad sináptica y reducen la inflamación cerebral. En este sentido, el ejercicio regular es una herramienta poderosa para contrarrestar la inflamación de bajo grado que experimenta el cuerpo con el envejecimiento y que afecta a ambos sistemas, proceso conocido como inflammaging.
Otros beneficios del entrenamiento de fuerza son:
La mejora de la sensibilidad a la insulina, manteniendo los niveles de glucosa y energía más estables, lo que se relaciona con la prevención de enfermedades como la diabetes tipo II, que se asocia con un mayor riesgo de deterioro cognitivo.
La reducción del estrés gracias a la producción de endorfinas y disminución del cortisol, que tiene efectos en la función cognitiva a largo plazo.
Una mejora en la atención, la memoria de trabajo y la toma de decisiones debido a la activación del córtex prefrontal.
Por el contrario, una alimentación inadecuada, con déficits de proteínas o nutrientes esenciales, puede exacerbar la pérdida de la masa muscular (sarcopenia) y el deterioro cognitivo.

Más músculo, más cerebro
Los estudios de esta última década apuntan a que intervenir en el eje músculo-cerebro puede ser clave para prevenir o tratar enfermedades como la sarcopenia y los trastornos neurodegenerativos. Hasta ahora, conocíamos los beneficios de una alimentación e hidratación adecuadas para el mantenimiento de una buena salud cognitiva y ahora conoceremos a los beneficios del ejercicio físico regular y, en concreto, del entrenamiento de la fuerza.
Y tú, ¿qué puedes hacer?
La próxima vez que quieras cuidar tu mente, no olvides mover tu cuerpo. Levantar pesas, tener una vida activa, comer bien y descansar suficiente son los nuevos sudokus por tener una vida más saludable.
Y recuerda: un cerebro sano comienza por unos músculos activos.
Porque, al fin y al cabo, el músculo no sólo impulsa el movimiento, sino también la mente.